La reflexión histórico-filosófica de Oscar del Barco anuda un conjunto de problematizaciones que se articulan en torno a una cierta noción de “experiencia”. Durante los años sesentas y hasta la mitad de los setentas, esa noción de experiencia contribuye a tensionar la inscripción ideológica de Oscar del Barco en el horizonte del marxismo y sus preferencias estéticas por la crítica desarrollada desde la revista Tel Quel. Ya en el exilio, Del Barco practica una serie de operaciones de desplazamiento respecto del marxismo y los vocabularios de izquierda, asumiendo que la derrota de las propuestas de emancipación colectiva es total: se trata del triunfo de la barbarie considerada como “Sistema”. En consecuencia, la noción de “experiencia” profundiza resonancias posthumanistas, disociándose de las filosofías de la conciencia que en el periodo anterior impregnaban el entendimiento de la política revolucionaria y servían de marco conceptual para la crítica del estructuralismo. En los años venideros y hasta la actualidad, una mirada apocalíptica sobre el porvenir de la humanidad se combina con el señalamiento de los modos de existencia económicamente inapresables que provocan la tematización de una “ética de la defección”.
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