La transgresión, y el modo de poner en juego discursos y lenguajes marcan el pensamiento de Oscar del Barco y los deslizamientos de su obra. Los textos, autores y nombres y su puesta en tensión son operaciones que dan cuenta de la tentativa de atravesar las formas de la racionalidad y el sistema, pero también son la expresión de un deseo, de un “cambio de piel”. Las lecturas como formas de la transgresión aparecen señalando meandros frente al Sistema, acaso no como Contra-poder (contra-pensamiento, contrasaber) sino como “fuerzas erráticas”, “intensidades”, como un modo de acceder a lo impensado y la exigencia del pensamiento de excederse.
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